Ideas cambiantes, ideas traidoras.

No, no vamos a meternos con el PP.

Vamos a abordar la cuestión de hoy desde la siguiente perspectiva: Sabemos que las ideas no siempre son tan permanentes como quisiéramos. Todos hemos pensado alguna vez algo para, un rato después, no tener ni idea de qué iba el asunto. Para evitar este problema derivado de la falible memoria humana, muchas personas se acuestan con un block de notas en la mesita de noche, y no salen de casa sin algo para apuntar. ¡Quién sabe cuándo podría surgir la Gran Idea!

Queda claro, pues, el concepto: fijar las ideas sobre un soporte las protege del olvido que tan frecuentemente asola nuestras mentes. La plasmación de esta idea en la vida política se corresponde con los programas electorales. Son una forma de explicitar las propuestas a defender de forma que no se les olviden ni a los propios partidos ni, por supuesto, a los electores.

La cuestión es que, con el paso del tiempo, puede volverse un arma de doble filo. Cuando una de las virtudes que uno defiende para sí y para su partido es la coherencia o una cierta continuidad ideológica, las contradicciones manifiestas en este sentido producen cierta quemazón, al no poder justificarse ni explicarse realmente -y menos en ese lenguaje peculiar del mundo político-. De esto, pondremos un ejemplo.

El partido UPyD (nada contra ellos particularmente, es sólo un ejemplo) manifestaba en las redes sociales, de cara a las autonómicas, su rechazo al copago de sanidad:

UPyD sobre el copago, 9 de Abril.

Esto, que en principio parece bien, no tardó en revelar cierta inconsistencia. Concretamente con el programa [PDF] de elecciones generales del 2008, en el que podíamos encontrar lo siguiente:

Copago: párrafo 2.

Curioso es el debate que generó, también en las redes sociales, que no reproduciré pues es algo confuso de reconstruir. Finalmente, pienso, se llegó a la siguiente conclusión (Gorriarán es miembro del Consejo de Dirección de UPyD) :

Aclarado... ¡supongo!

Sirva esto, no forzosamente para desprestigiar a nadie, sino para presentar brevemente la idea de que unas palabras escritas y olvidadas siempre pueden regresar y, en ese momento, volverse un fastidio. No siempre se consigue armonizar lingüísticamente la cuestión, y cuando ese momento llega, queda asumir el cambio ideológico, o mentir como bellacos.

¿Qué opción escogeríais?

Fuentes:

Blog de Gorriarán.

Blog de Álex Casanova.

Blog de Rebeca Ruíz.

Noticia sobre el dichoso copago.